Llevamos ya algunos milenios desde que la hermandad femenina se quebró
por estrategias muy eficientes de la conciencia patriarcal (algo muy necesario,
logísticamente hablando, para que el patriarcado hubiera podido tener espacio),
lo que significan varias generaciones en las que el miedo de la mujer hacia la
mujer se ha profundizado, se ha arraigado.
En la modernidad, hay muchas formas de re-conocer ese miedo…, por
ejemplo en los grupos humanos donde hay varias mujeres que no están atentas
consigo mismas y/o rezando la reconciliación femenina, se sabe que es cuestión
de tiempo nomás para que empiecen a ‘sacarse los ojos’…, mientras los hombres
observan, generalmente sin involucrarse (esa energía no es con la que resuenan,
la ‘pelea’ masculina tiene otras características) y habitualmente viendo que
ganancia va a reportarles esa división femenina. Y en grupos donde hay solo mujeres, se
elimina la causa principal de competencia, que es captar la atención del macho,
más sin esa distracción afloran otras heridas…, más profundas, más ancestrales,
que tienen que ver con una inseguridad de base que lleva, de todas maneras (aún
no habiendo machos por los cuales competir) a buscar opacarse mutuamente, a
querer brillar por encima de las demás… muchas veces usando estrategias que
rayan en lo patológico y que, por ser ‘habituales entre mujeres’, se consideran
normales.
Y es que la herida de
la ‘traición femenina’ es profunda y muy dolorosa…, y esa parte de la
conciencia guardiana de la memoria vela para que no nos expongamos nuevamente y
no terminemos vagando hasta la muerte en un árido desierto o ardiendo en la
hoguera de la injusticia. Hay, sin duda,
una parte nuestra que está convencida de que la mujer (incluyéndonos nosotras
mismas) no es confiable…., y además hay una parte que ha grabado que ser mujer
tiene una serie de inconveniencias y desventajas, por lo que cuanto más
femenina se exprese una energía, más resistencia puede generar-nos,
sencillamente porque es una energía que no valoramos porque concluimos que no
tiene poder.
La hermandad femenina
de base es la que nos liga por el solo hecho de ser hembras de esta traviesa
especie…, porque tenemos la misma útera, las mismas trompas, ovarias, vagina,
pechos, pituitaria…, el mismo sangrado menstrual, la misma maternidad, el mismo
corazón de mujer, el mismo potencial creativo-creador y las mismas respuestas
instintivas. Solo por tener en común el
ser mujeres, podemos decir que somos hermanas…, hermanas de especie, hijas de
la Tierra, aprendices de la Luna, aspirantes a la conciencia Solar. Más esta base por sí misma no es suficiente
para volver a confiar en las mujeres…, y pasar al siguiente estado de la
hermandad, que es la que se elije y se trabaja conscientemente.
Confiar en una mujer
solamente desde la hermandad de base, clara-mentecorazón no es una decisión
asertiva y sana…, porque no sabemos que es lo que esa hermana está sosteniendo
en su mundo interior. Muchas mujeres sostienen heridas muy
infectadas, que resultan sumamente tóxicas en las relaciones…, tanto por la
energía misma que ‘emana desde sus entrañas’ como por las respuestas que surgen
desde ese dolor. Como dice el dicho,
cuídate de una leona herida, porque te va a atacar…. y si le das la pasada, te
va a destrozar. Y pues esto no se aplica
solamente a la relación con los hombres,
sino también entre mujeres.
La estadística
informal muestra que el porcentaje de mujeres que en esa infección tienen
resentimiento contra su madre y, en consecuencia contra ‘la mujer’, es alto,
bien alto. Porque la madre es la figura
femenina de referencia…, si la niña que nos habita no ha podido y aún no puede
confiar en ella, pues va a ver a la energía femenina como una constante
amenaza… y va a sentir necesario defenderse.
Una estrategia común de esa defensa inconsciente (y bien constante) entre
mujeres, es la ofensa…, y una de las
favoritas es el famoso chisme…, correr información que deje en menos (ojalá en
nada) a la figura que siento me está amenazando. Y también de favorita está el lenguaje
desdeñoso, peyorativo…, la minimización de sus logros, la invalidación,
descalificación… y el sarcasmo. El
sarcasmo suele tener un importante espacio.., no te lo digo de frente, más
pucha que te lo estoy diciendo… y de una manera en la que quedes harto
magullada, porque de otra manera ¿qué brillo tendría?
Uuuhhhh… y la
envidia…, la famosa envidia… que desbordada es el veneno más poderoso que
podamos imaginar. Y digo desbordada,
porque en toda mujer está la energía de la envidia…, es un virus demasiado
antiguo que ya se ha mimetizado dentro de la flora psíquica funcional. Envidiar en un cierto rango puede ser un gran
aliciente para dar los pasos que, sin ese ‘antojo’, no nos atreveríamos a dar. Más cuando la envidia se expande en el
corazón como las ciénagas y va devorando el bosque, envidiar pasa por buscar aniquilar
para poder brillar (convertirnos en el antojo sin dejar parado nada que nos
pueda opacar). Y la forma femenina
envidiosa de aniquilar es:
desprestigiar.
En alguna curva del
camino, a todas nos llega el tiempo de ‘despertar’…, de salir de la energía
femenina herida y, primeramente, reconciliarla con la madre (o la figura del
mundo adulto de la niña que represente a ese ser nutricio anhelado)…, para
luego gestar la auto-reconciliación. Cuando
estamos ‘despiertas’, estamos atentas con nosotras mismas, estamos atentas tanto con
nuestro propio enredo interior como con las rutas para hacernos cargo…, estamos
en la disposición de mirarnos, re-conocernos, re-descubrirnos… honrando lo que
encontremos, aún lo menos ‘decoroso’.
Más cuando estamos de siesta en siesta, la atención está solamente
afuera y la energía interior se diluye y agota en el ejercicio de calificar
(poner nota) a la información-estímulo que viene desde ese aparente afuera… y
así me paso los días ocupándome de lo que piensa-dice-hace alguna otra persona,
sin capacidad alguna de re-conocer en sus respuestas al bendito y ultra sanador
ESPEJO.
La hermandad femenina
es posible cuando la mujer, primero que nada, se está haciendo cargo de su
historia y los monstruos que pueda contener…, para así no tropezarse con sus
espejos y confundir los movimientos de sabiduría sanadora de la Vida. Y segundo, cuando la mujer se ha atrevido ya
a entrar en sus cavernas oscuras y tiene idea de qué se trata su propia
Sombra…, lo que le permite estar en un estado de alerta fina capaz de
re-conocer la Sombra en laos demás, junto con el estado de sanación en el que esa
Sombra está.
Muchos empeños de
hermandad femenina -Círculos- se han ido hacia la alcantarilla precisamente por
la resistencia a mirar de frente la energía ‘truculenta’ y llamar a las cosas
por su nombre…, algo que es un gran desafío para el patrón femenino histórico
de sublimar (restarle importancia, pretender que no nos afecta). Si no usamos nuestros sensores y nos
atrevemos a diferenciar (algo muy amenazante para el femenino dormido, porque
significa que podría perder la atención/cariño/pseudo-respeto de alguien),
vamos a acoger como a hermanas-diosas a mujeres enredadísimas con su pérdida de
poder y confianza, que no recuerdan como respetarse y valorarse, y se defienden poniendo zancadillas (y otras cosillas) de la energía femenina empoderada que tanto las amenaza, mientras sonríen y dicen palabras bonitas. Sin duda que esas almas están necesitando un
buen tiempo de terapia individual antes de convertirse en un aporte para un
proyecto grupal, circular.
Si no somos capaces de
diferenciar y llamamos ‘rosadita’ a toda persona por el solo hecho de estar en
envase femenino…, podemos llenar de maleza perniciosa nuestro precioso jardín.
¿Somos todas hijas de
la Tierra? Si. ¿Somos todas hembras de la especie, con el
potencial de madurar a mujeres y diosas?
Si. ¿Somos todas hermanas de
útera? Si. ¿Somos todas hermanas de propósito esencial
de la hembra humana en estos tiempos? Si.
¿Somos todas hermanas de corazón, sentimiento e intención? No. Y he ahí la señalética que tantas veces nos
confunde y por la que terminamos en caminos sumamente pedregosos en lugar de la
campiña verde y luminosa que la ‘hermandad femenina’ nos tenía ofrecida.
Ejemplos en mi experiencia
personal: Una ‘hermana’ a la que abrí mi
vida y corazón, me estafó - junto a su marido- mucho
dinero hace algunos años. Otra ‘hermana’
que decía quererme y admirarme mucho, que fue mi mano derecha en proyectos
circulares, se tiñó del inconfundible color de la envidia y empezó a
boicotearme, invalidarme, desprestigiarme… y varias de esas cosillas ‘traviesas’
que surgen cuando el alma se infecta con esa intensa bacteria. Y otras ‘hermanas’…
otras travesuras, que ya no vienen al caso… 2 ejemplos dejan el tema bastante
claro. Y si hacemos una encuesta..., tendremos muchas historias de chasco cuando confiamos a ciegas.
Si no sacamos a pasear
la cautela (que no es sinónimo de desconfianza), probablemente nos vamos a
ensartar… y más de una vez. Cuando tu
intuición te diga ‘por ahí no va’, POR FAVOR no pongas resistencia…, suelta
rápidamente con alegría amorosa…, sin flagelarte (¿no estaré exagerando?| creo
que estoy siendo mala, intolerante, prejuiciosa | etc.)… y deja que la Vida
lleve a la hermana a pasear. Ya volverá…
en otro estado :).
Conclusión: la ‘borrachera’ del alma humana no es
exclusividad de los hombres…, ha agarrado también a muuuuuchas mujeres. No todo lo que reluce es oro…, no toda hembra
maduró a mujer…, no toda mujer está honrando a su diosa… y así, no toda humana
está en el estado de maduración requerido para sostener la hermandad del
corazón.
Estando así las cosas…
¿en que nos sirve enfocar para que la hermandad femenina salga del club de la
utopía?
TRABAJO PERSONAL…, con
todo el trámite y tiempo que significa, porque no hay ruta corta hacia ese buen
destino. Si no estamos en paz con
nosotras mismas, seremos presa fácil de cuanto bicharraco ande por ahí… y
gastaremos nuestra ‘buena’ energía ocupándonos de los espejos como algo ajeno,
desperdiciando las oportunidades de re-conocer nuestras propias
disfunciones. Sin HONESTIDAD aplicada y
sostenida (que parte por la relación con nosotras mismas), el rezo de la
hermandad se pone escurridizo…, se pone frustrante, se pone utópico.
Las mujeres SOMOS
hermosas…, en verdad diosas maravillosas…, démonos la oportunidad de tejer-nos
desde la transparencia del corazón, en cuidado mutuo, en atención amorosa, en
autenticidad, en tolerancia, paz-ciencia y profundo respeto. Hagamos el empeño en nuestra propia vida… para
poder llevar esa solvencia interior al tejido de compromiso amoroso con
nuestras bellas hermanas... y SI, juntas poner la energía de la hermandad al servicio de la transformación de las sociedades.
Samai Mujer Medicina
Siempre me inspiras tan bonita!!
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