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El gran cambio personal, la transformación
progresiva de nuestra Sombra en Luz…, mmmm todo lo que se requiere es que nos
atrevamos a saltar desde la pecera cuya agua no tiene más oxígeno y se ha
llenado de algas que no nos permiten ni respirar ni nadar… hacia la pecera de
agua limpia y vital, a la que nos invita continua-mentecorazón la Madre Vida,
habitualmente a través de almas inspiradoras que ya dieron el salto y pues les
consta que ¡¡pucha que vale la alegría saltar!!
¡Dar el salto y ya!..., algo tan simple…. y a la
vez tan pesada-mente difícil, porque nuestras aletas impulsoras están atrapadas
en ese loco trastocado sentido de pertenencia que llamamos ‘normalidad’ y
‘seguridad’.
Lo primero que dar el salto implica, es desapegarnos
de ‘lo establecido’, soltar la necesidad de complacer mandatos socio-culturales
que quién sabe cuando empezaron, y pues quién sabe a que cabecita asustada y
comprimida se le ocurrió difundirlos con esmero y constancia, hasta que se
graben lo suficientemente profundo para que pasen al rango de ‘lo que tiene que
ser’.
Lo que si sabemos con certeza, es que somos
nosotraos en el AQUÍ y el AHORA quienes tenemos el poder de seguirle
dando vida a esas cantaletas que nos comprimen (literalmente dándoles vida,
porque se nutren de nuestra energía vital) o elegir salirnos de ese círculo
vicioso y succionador de criterio y libertad.
Es un desafío... y por supuesto que también tiene
un costo ;)…, que puede resumirse en perder ese extraño sentido de pertenencia
que, aunque fuera ilusoriamente, nos daba pseudo-seguridad. Más si lo
pesamos en relación al beneficio (alegría crónica, libertad interior, confianza
en el propósito sagrado del alma, paz que acompaña al sueño profundo y
reparador, burbujas de amor porque si y por que no, etc.), ese costo sale
recontra perdiendo ;). Al final del día (y también al final de la vida),
lo que más valoramos es la sensación interior de dicha, confianza, entusiasmo y
paz.
Dar el salto también implica dejar de respirar unos
segundos… y pues que más da, si igual en el agua podrida no estábamos
respirando!! Más esa falta de oxígeno al pez se le hace evidente en el
aire (el pez representa nuestro mundo emocional)… y puede generarle tanto pero
tanto miedo, aunque solo dure segundos, que el común de la gente no se atreve a
saltar… y elije una y otra vez su pecera conocida, aún sabiendo que esa agua no
da para más. El pánico a la asfixia (desafiar lo establecido y ser
castigadao por ello) es tal, que pueden optar por vidas comprimidas de
sobrevivencia, teniendo todas las posibilidades de iniciar vidas expandidas de
supervivencia.
Normal no es otra cosa que lo que la mayoría
piensa-siente-dice-hace-escucha-ve-huele-saborea… y la mayoría puede estar MUY
perdida…. ¿o no?
Samai Mujer Medicina
samai.mujermedicina@gmail.com
FB: Samai Mujer Medicina
Círculo de Mujeres-Corazón de Luna
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