Desde la tradición judeocristiana, sabemos que la Navidad se celebra para conmemorar el nacimiento del Maestro Jesús (Yeshua en la lengua aramea de entonces)…, más no necesariamente sabemos cómo la fecha elegida para esa conmemoración está relacionada al Solsticio de Diciembre. El territorio donde Yeshua nació (Judea, hoy Israel), estaba entonces colonizado por lxs romanxs, en un tiempo de continuos desafíos para la cultura local y su herencia ancestral…, entre los que estuvo la imposición de calendarios, pasando del conteo lunar que priorizaba la referencia de las fases de la Luna, al conteo solar desfasado de ellas.
El entendimiento ancestral de la llegada del nuevo Sol, el nacimiento de una energía que reactiva la LUZ -así afuera como adentro- y la superposición de culturas, se conjugan para darle a este evento una connotación religiosa que también se superpone a la connotación espiritual orgánica, que incluía a la Naturaleza como la parte más accesible y concreta de la Divinidad. Dejó entonces de nacer la LUZ que llega a TODOS los corazones y empezó a nacer una Luz que discrimina y le llega sólo a quienes creen en y honran una determinada “fe”…, y no sólo un tipo de fe sino más bien algunos, cada uno creyéndose EL tipo de fe elegido por un Dios masculino, por un Profeta masculino, por un Lingham masculino… en desmedro de la energía femenina natural RECEPTIVA, que es la Tierra misma recibiendo los rayos del Sol. Y pues en el modelo de exclusividad, se generó competencia, que a su vez generó resistencia… y desde la competencia-resistencia se iniciaron las guerras para imponer el tipo de fe que más pasión genere y más poder bélico tenga.
En defensa de su tipo de fe, las religiones han hecho barbaridades…, ninguna se exime. Más la memoria humana es frágil… y luego las barbaridades se olvidan, porque si se recuerdan se activa el cuestionamiento de cuánto sirve en verdad esa fe, si cumple su propósito, si paz-cifica el corazón, si activa la solidaridad y la compasión, etc…, o más bien nutre la necesidad de tener la razón.
El ‘portal’ del nacimiento de energías que renuevan la vida, sigue siendo lo que es, independiente del sistema de creencias que se construya cada tribu, cada ‘equipo’, cada cultura. Y, en relación a eventos en la Naturaleza del planeta hogar que habitamos, los momentos de poder solar percibido desde la Tierra, siguen siendo de GRAN importancia, ya que nuestra biosfera depende de ellos y la energía de cada habitante planetario depende de la biósfera.
Co-existimos en el orden sagrado de la Creación, con el nombre que elijamos para honrarlo, con la connotación que elijamos darle, con las asociaciones que elijamos asignarle. Si va a nacer un Niño portador de la LUZ renovadora para el alma, que es una creencia como otras creencias religiosas o espirituales, elijo que nazcan mellizxs representado tanto a la energía masculina como a la femenina... o que el símbolo del Niño Sagrado sea la/el Niñx Sagrado, que lleva los códigos espirituales de la Diosa-Dios, entrando con mucho respeto en la conciencia de los seres humanos, desde el honrar el Libre Albedrío que la propia Gran Conciencia nos ha concedido. Así, lo que elijamos creer… nos va a dar maravillosos frutos, porque la Creación no detiene su continuidad porque creamos esto o lo otro. Si creemos desde el amor, el respeto y la inclusividad, nos va a bendecir con frutos dulces y nutricios…, y si creemos desde el miedo, la rabia, la necesidad de que lo mío supere a lo tuyo y la separación, pues nos entregará los frutos de esa co-creación, que de dulces y nutricios no tienen mucho.
Con pura Devoción, a Niñx Sagradx que en mi creencia representa la inocencia, capacidad de asombro, pensamiento noble, humildad, empatía, compasión, capacidad de ver y entender por encima de mis constructos, etc…, le pido que re-nazcan en mi corazón las virtudes que el dolor, el susto y la decepción hayan adormecido… y sea capaz de soltar, limpiar, liberar, empatizar y perdonar para dejarle cada vez más y más espacio a la LUZ.
Y así año tras año, en el evento de Nueva Luz, según el hemisferio planetario donde me encuentre (solsticio de diciembre en el norte y de junio en el sur).
Y pues en la Navidad establecida en diciembre para ambos hemisferios planetarios, seguir disfrutando de la tendencia cultural que re-une a las familias-amigxs en torno al arbolito, a la comida hecha con amor, al compartir de cada unx, al cariño que nos encuentra aunque no tengamos personalidades, intereses e incluso creencias o fe compatibles. Seguir disfrutando de la disposición amorosa a escuchar sin enjuiciar…, aunque dentro de los líos familiares suceda una pura vez al año :D.
Más sobre las raíces ancestrales de la Navidad en http://samai-mujermedicina.blogspot.com/2015/12/navidad-y-sus-raices-ancestrales.html
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